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martes, 25 de agosto de 2009

4. seguimos con la muerte

4.
Extrañamente, la muerte del cuerpo, la muerte común
esa que más tememos:
es la muerte que se cierne sobre el mundo;
la del aguijón; la que se sueña y te desvela; la muerte que se sufre,
no tiene nada que ver con la muerte real.
Pues la muerte real, la muerte como fin de la vida que todos creen;
que no todos perciben. ¡No existe!
Ese aguijón que te sacude, y que, en el instante perfecto, a la hora que elegiste irte,
te señala un espacio en el omniverso:
para habitar y vivir toda tu muerte- y ese es el espacio de tu muerte.
El fin de un ciclo para dar inicio a otro; por lo tanto, debes aprender bien en la escuela
de la vida, porque allá, no podrás arreglar ya nada de lo que hiciste acá.
Pues existe un registro akásico, un mandato, que tu deberías haber cumplido
en homenaje a tu vuelta a la vida; aún a costa de renunciamientos imposibles,
y de incontables tormentos, deberías haber podido decir adiós a las cosas que te dañan, que te vuelven dual, sinsentido y sin consciencia,
y recogerte al espacio único, absoluto del crecimiento de tu alma.
Es innegable, que las pasiones nos atan y los egos nos traicionan
y es difícil darse cuenta a que viniste,
pero deberías hacer un esfuerzo en recordar a qué viniste
a este preciso espacio en este momento perfecto en que decidiste venir.
Hay que advertir que muchos seres han despertado ya a su consciencia
y reconocen el espacio que su cuerpo ocupa en la tierra
y la condena de un mundo a veces no tan amable,
por eso vive amable, sin juzgar, sin condenar, sin amargarte.
Explora el misterio de tu vida
viaja hacia tu interior y camina con paso firme,
solo entonces cuando descubras las maravillas que guardas
podrás reconocerte y la muerte ya no será una pérdida,
sino un cambio de ropajes.