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sábado, 20 de febrero de 2010

Ayer tarde

Ayer tarde, buscando tu recuerdo en otro cuerpo
inútilmente creyéndolo pude abismarme
en la ciénaga profunda de sus muslos,
porque así de loco es este mundo de los sentidos
que te convierte en varón y te lanzas tranquila en otras lides amorosas
y te sumerge en otros brazos.
Qué locura adentrarme en ese cuerpo y explorar mis sensaciones
sentir que puedo apasionarme y alcanzar el cielo.
Qué bueno saber que la pasión, esa esclava cruel
me brinda mil razones para vibrar con otro cuerpo.
Saber que acepta lo que la razón no puede
que hace circular los billetes falsos sonriendo
y se viste de celeste.
Prometo firmemente no hacer muchos experimentos en mi blog,
ya que después de dos semanas de arduo trabajo para recuperar mi anterior plantilla
finalmente lo logré.
Empezaremos un nuevo ciclo de escrituras, calenturas y conjeturas

miércoles, 17 de febrero de 2010

Voy a rozar

Voy a rozar mis pechos contra tu cuerpo
y te haré estremecer hasta derrumbarte
en un oasis de placeres y encantos.

Comeré

Voy a partirte los labios con un beso
y comeré tu cuerpo como una fruta,
voy a degustarte hasta que tu cuerpo pida clemencia!

El acto del duelo


4.
El acto verdadero del duelo, ya lo dije antes, lo dijeron otros, no es sufrir por la pérdida del objeto amado; es comprobar un día sobre la piel de la relación, esa menuda mancha, llegada allí como el síntoma de una muerte segura (Barthes). Porque el objeto del deseo ya no está más ni física ni mentalmente, ha sido aniquilada, se ha convertido en cenizas. Lo imaginario amoroso ha sido arrancado: ya no está más, si antes ardía por debajo como un carbón mal apagado, o como un fuego sempiterno, lo que había abandonado resurgía de la tumba mal cerrada y daba gritos bruscamente en forma de versos, angustias, discursos, tristezas, pasión, ternura, desasociego, símbolos, signo de que el deseo amoroso todavía estaba vivo.
Era como si quisiera estrechar con locura, una última vez a ese alguien que iba a morir y murió.
Hundirme en este fading (abismarme y morir) no serviría de mucho,
el otro, al que yo amaba simplemente se fue de mis pensamientos,
traerlo a colación es como el perro que vuelve a su vómito;
podría ser un fading sin causa y sin término.
Mejor olvidemonos de él para siempre y dejemos que otras lides amorosas surjan,
inventadas por la ficción, apostemos a la creatividad literaria
y veremos si realmente ahora me puedo considerar una buena escritora.

miércoles, 10 de febrero de 2010

El duelo amoroso


3.
Eso es un decir,
porque dar el corazón no es tarea fácil,
al trasponer los mejores años, una piensa mucho, idealiza mucho
y rechaza mucho, porque ya tiene un plan y un propósito definido en la vida.
Porque ya no quiere amar por amar, ni se aventura con cualquiera, nada más por tener alguien a su lado,
entonces la pasión amorosa se convierte en un delirio.

Este es un verdadero duelo, porque se muestra que el objeto amado ha cesado de existir. En el duelo amoroso - que fue el que yo llevé durante 10 años- el objeto no estaba muerto ni distante. Era yo quien decidía que su imagen siga latente, ¿fue mi corazón? fue mi alma que lo guardaron durante tanto tiempo?
Durante el tiempo de este duelo extraño, fue necesario sufrir dos desdichas: sufrir porque el otro no estaba presente, y entristecerme porque solo estaba en mi mente. Así me angustié durante años- viejo hábito-
por una llamada telefónica que sabía que no llegaría nunca, pero debo confesar que ese silencio, sólo pertenecía a la imagen amorosa de tener quien me telefonee.

Hoy tengo un duelo de la imagen, lo he perdido del todo, es decir: mi alma ha dejado de amar a ese hombre, a tal extremo que ahora no me sirve ni para escribir un pinche poema. Si este exilio de lo imaginario es la via necesaria de la "curación total" debemos festejar que aquí todo ha progresado.

Pero no sé si sería conveniente que esto pase, porque entonces no podré escribir con tanta pasión,
tanto embeleso. Tendré que arañarle a la tierra ese no sé qué, que te permite hacer raz en el corazón,
y disfrutar de esa melancolía en que la pérdida del objeto amado permanece abstracta. Carencia que me preocupa sobremanera: no puedo siquiera hablar de mi desdicha, como en el tiempo que sufría por seguir enamorada. En ese tiempo deseaba, soñaba, luchaba; un bien estaba ante mí, porque por lo menos me permitía crear. ahora ya no hay resonancias; todo es calmo, y eso es lo peor. No existe nada más triste que estar ante la pantalla y que las patitas del ordenador permanezcan inmóviles, intactas la página en blanco. La imagen muere para que yo viva-, el duelo amoroso no tiene ya un remanente: una expresión que regrese sin cesar: "Que lástima".


2.
 
Gozar, es otro de los placeres que me dio la vida y el universo.
Pero he pasado el último tiempo sin gozar mucho.
He perdido la magia de contactar cuerpo a cuerpo
y he saboreado las mieles del placer del imaginar
porque ese es el sino del artista, imaginar, mentir, o sentir e imaginar.
Muchos años pasé teniendo como fuente de mi inspiración a un hombre que amé,
pero cuando hace poco, se tornó el papel en blanco
me di cuenta que se había ido,
fue casi sin darme cuenta, se fue de mis pensamientos, de mi imaginación
y de mis versos...
qué crueldad imaginar que ya no puede darme nada
ni siquiera el placer del texto que lo nombra.
y heme aquí con el corazón vacío, la mente rota
y a nadie a quien dar mi corazón.

lunes, 8 de febrero de 2010

Volviendo del paréntesis- lo oscuro, lo nefasto en mí


1.
Retomando lo absurdo, lo nefasto, lo oscuro en mí
Después de un largo paréntesis, de una vuelta al clásico blog que antes tenía- a las metidas de pata en este transitar por los caminos bloggeros-
me dispongo nuevamente a contar parte de aquellas reflexiones que dejé a medias.
El deseo de amar. A quién no le gusta sentirse amado o amada?
¿Quién no sueña con ser acariciado? Sentir la piel con ansias y en obscenos mundos dejar viajar el deseo.
Sentir que una está viva y que vibra y muere en un éxtasis de placer.
Pues bien, el deseo de amar, es en realidad otro oscuro, oculto deseo en mí.
Pero es un deseo jodido, lujurioso y hasta loco.
Por ejemplo, sueño que un hombre intenso como yo me ama
y al amarme, deja en mi todos sus demonios.
Y no es que sea un íncubo- ese demonio nefasto que te posee sin que tu lo desees-
Hablo de los demonios del placer, del goce, la lujuria, el deseo desbocado, animal y salvaje que a veces nos toca al acercarse nuestro cuerpo a otro cuerpo deseado.
Esos fantasmas lujuriosos, desatados- son pues los que a ratos vienen a mi mente
y es interesante poderlo domar.
Agarrar el deseo y hacerle el amor en tercera dimensión a alguien es lo común, lo normal, lo pesadamente normal,
pero hacerle el amor en quinta dimensión es hacer vibrar a los otros cuerpos sutiles que tenemos y es eso lo que sublima el deseo.
continuará..