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lunes, 14 de diciembre de 2009

Que quedó de tí

... y limpié de mis manos el polvo que quedó de tí

En otros brazos

Olvídate de mí
borra toda imagen, recuerdo o vestigio mío.
Olvida que yo te dí mi aliento, mi universo.
No des tregua a tu mente,
no me perdones nunca!
que cda cosa cruel que pienses
sea yo muriendo en tu inconsciente.
Borra mi sensación de tu pecho,
al recordar esa mano que subía y bajaba
dibujando tus labios,
la miel que escapaba de tus mis senos
y esa delicia cuando disfrutábamos
la cálida oleada de ternura
que recorría la espina dorsal,
el plexo solar, el corazón que se llenaba
y era como un estruendo,
un estallido, una explosión,
éramos vos y yo amor,
éramos nosotros.
La sublimación de eros
ya no cabe en mí
los lenguajes cambiaron,
los cuerpos son otros,
las ´sabanas arrugadas
ocupadas por otras pieles
saben de besos distintos,
cada uno por su lado,
cambiados por completo;
ya no desnudos para el otro
sino desnudos
para otros cuerpos.
Ya no te amo mi amor,
por eso no me perdones nunca!
no me des descanso
no me des ternura,
extírpame como un cáncer
entonces encontraré mi reino
y me iré a dormir
tranquila al fin
en otros brazos.

Cuando pasa el día

Cuando pasa el día que bueno es tenerte pegado a mi pecho,
al borde de la noche.
Créeme que es un remanso,
estar unidos por lazos de acero y miel;
los de acero nos atan,
los de miel nos dejan libres
para sentir aquello que desborda mis sentidos.
No sé si te diste cuenta, ahora que pasó el tiempo, las estaciones,
me volví más intensa.
Que gozo más el silencio, lo misterioso, lo oculto,
tu respiración, tu sombra
y el sudor que destila tu cuerpo.
Y presiento tu silueta al borde del grito
que hubo que callar para que los demás
no sientan rabia, agonía o tristeza
al notar este enredo de cuerpos sutiles
que viven, que viajan, que vuelan, que sienten y están vivos.
Creo que nada de lo andado
vale más que este momento.
Nada vale contra esta ternura abrasadoraçque sube por tu piel y por tus sienes,
ni la soledad, ese huracán que desata sueños e inventa ilusiones.

Diciembre

Existen días como éstos, en los que contemplo la página signada solamente por una figura maravillosa, una fotografía- de un cuerpo de mujer- porque de hombres hay muy poco- y me cuesta escribir, no se si por la horrenda desazón del desamor, por la falta de coraje, por los miedos y las dualidades, o simplemente porque se acercan las navidades y otro espíritu adormece la ciudad. Las caras ajetreadas de la gente que se agolpa por las calles caóticas de La Paz, la gente en las oficinas que se alocan, yo misma con mi parsimonia, mi pasmosa tranquilidad y mi mente que no descansa.

Es extraño, diciembre en la ciudad tiene mística. Diciembre que transcurre como aviones de piel seca que se van acumulando en el rostro. Es rápido. Pero el diciembre que festejamos no tiene nada que ver con el festejo real de lo que ocurrió. Y eso a esta altura de la evolución del planeta ya lo deberíamos saber.
Diciembre siempre me dice que hay que hacer balances, pero estoy harta de balances estúpidos, cuando cada año prometo que conseguiré tantas cosas, sin embargo, no siempre se cumplen, porque no está en nuestra decisión hacerlo, o le tiramos poca bola o no le ponemos el empeño. Sin embargo, considero que cumplí con la meta más importante: ser cada día mejor, amarme, evolucionar y hacer las cosas con mucho amor. Todavía no pude cumplir con lo más importante y es amar a los demás como a mí misma. Y eso ha sido imposible. Espero poder cumplir antes del 2012.

Vengo de tus manos... no sé hacia dónde voy.