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lunes, 14 de diciembre de 2009

Diciembre

Existen días como éstos, en los que contemplo la página signada solamente por una figura maravillosa, una fotografía- de un cuerpo de mujer- porque de hombres hay muy poco- y me cuesta escribir, no se si por la horrenda desazón del desamor, por la falta de coraje, por los miedos y las dualidades, o simplemente porque se acercan las navidades y otro espíritu adormece la ciudad. Las caras ajetreadas de la gente que se agolpa por las calles caóticas de La Paz, la gente en las oficinas que se alocan, yo misma con mi parsimonia, mi pasmosa tranquilidad y mi mente que no descansa.

Es extraño, diciembre en la ciudad tiene mística. Diciembre que transcurre como aviones de piel seca que se van acumulando en el rostro. Es rápido. Pero el diciembre que festejamos no tiene nada que ver con el festejo real de lo que ocurrió. Y eso a esta altura de la evolución del planeta ya lo deberíamos saber.
Diciembre siempre me dice que hay que hacer balances, pero estoy harta de balances estúpidos, cuando cada año prometo que conseguiré tantas cosas, sin embargo, no siempre se cumplen, porque no está en nuestra decisión hacerlo, o le tiramos poca bola o no le ponemos el empeño. Sin embargo, considero que cumplí con la meta más importante: ser cada día mejor, amarme, evolucionar y hacer las cosas con mucho amor. Todavía no pude cumplir con lo más importante y es amar a los demás como a mí misma. Y eso ha sido imposible. Espero poder cumplir antes del 2012.

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