la oscuridad, la sombra de tus labios
pasando por mi espalda.
Me reagalaste la desazón, el vacío, la nada, el derrumbe,
la humillación, la ansiedad y el hueco vacío del hijo perdido.
Los pechos llenos de leche
y el desayuno amargo.
Nada, salvo el sueño me arrancaba tu nombre,
nada, salvo la noche.