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domingo, 14 de marzo de 2010

Déjame entrar en tu infierno


En el corazón d ela noche descansa tu cabeza en mi pecho
taciturno, silencioso, durmiente.
De pronto un viento gigante atravezó la esquina
zarandeó las ventanas.
Pero tu y yo permanecimos juntos
como naúfragos asidos a la única tabla
sobreviviendo a las tormentas
a fantasmas anónimos del alma
que asomaban cada vez con más fuerza.
Ayy amor amante, los fantasmas dle pasado
no han podido robarnos nada.
Déjame destejer la mañana acariciar tus pies
que recorrieron tanto camino hasta encontrarme..
Déjame entrar en tu infierno,
quemarme en la hoguera de tu cuerpo.

Nos volveremos a ver

Tengo esta noche el corazón rendido
después de luchar en combate a muerte con el humo del cigarrillo,
todo ha quedado en mi cama tirado: las libretitas donde escribo mil poemas de amor
de ese amor diferente que busco, busco y sólo lo encuentro en Dios.
En una de ellas dice: reunión con el Maestro,
pero no sé siquiera si allá me quieren
si esperan verme
porque no logro conectarme del todo,
y sólo espero lo que no llega
una nada que a otra nada nombra!

No me des descanso ni me perdones nunca!
que cada cosa cruel que digas, sea yo muriendo en tu insconsciente.