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lunes, 14 de julio de 2008

Artículo sobre Roxana Sélum


29 de noviembre, 2004
Monólogo para tres, el arte de escribir relatos eróticos
(La Paz - La Razón)
La nueva entrega erótica de la beniana Roxana Sélum es una visita catártica y arriesgada a su intimismo.No hay peor pecado que la literatura que rompe trabas y tabúes, que nos lleva por los más recónditos escondrijos del alma, que ronda nuestras noches y puebla nuestros sueños.Los amantes de la literatura son capaces de morder una y otra vez el fruto prohibido. Son eternos adanes seducidos por una Eva que los tienta a probar la manzana del conocimiento y los alienta a romper con lo prohibido, sobre todo si eso que no está permitido no tiene ni la menor explicación.Quizá por ello el verdadero pacto entre el hombre del humanismo y el Diablo no sea el de Dorian Grey, pobre narciso enamorado de su espejo, sino el de Fausto a quien Mefistófeles le ofreció sabiduría a cambio de su alma.La literatura es pecado porque no está basada en la fe, sino en la imaginación, en la comunión entre un escritor y su lector a través de un objeto-fetiche que permite viajar sin moverse. Imaginemos entonces el doble “pecado” de escribir sobre erotismo.Por supuesto que este tipo de literatura es tan vieja como el arte de escribir lo es. A veces de manera encubierta otra de forma directa. Eros ha mostrado que goza de buena salud en las letras.Un ejemplo de ello es la obra de Roxana Sélum: Monólogo para tres y otros relatos.La escritora beniana muestra dos tipos de cuentos muy diferentes en esta reunión, por una parte Flor de azar que rescata el mundo mitológico de los pueblos orientales. Es a mi entender el más logrado de la serie porque es el rescate de una vieja tradición de sentarse a la vera de la calle a contar historias sobrenaturales.Los otros relatos son más intimistas y tienen que ver con amores y desamores.Un componente común recorre el conjunto de las narrativas propuestas por Sélum: la presencia de Tánatos acompañando al travieso Eros. Y es que muerte y sexualidad son dos caras de la misma moneda. Diferentes, pero inseparables. Justificables sólo en la existencia de la otra. Mundo de contrarios complementarios, acaso no decimos que el orgasmo mismo no es una sensación de muerte. ¿No es la realización de acto amatorio la posibilidad de vengarse de la muerte al lograr concebir vida que continúe más allá de nuestra existencia?Los cuentos de Peca Sélum muestra lo inauténtico de los sentimientos humanos, de quienes reclaman romper la rutina y sin embargo luego quieren que la quietud y la burocracia se apropien de la vida.Es también un grito desesperado por vivir apasionadamente y dando rienda suelta a nuestras sensibilidades “ahora que podemos” diría un popular cantante. “Queda poco tiempo y este tiempo hay que vivirlo”, dice la autora. Y es verdad.Sélum confiesa que escribe “en celo” y que a través de la literatura logra catarsis y libera su grito: “No escribir para mí es carcelario”. Y sale de su cárcel buscando confesarse ante el lector para logar la exculpación en forma de catarsis.Espero que algunas de esas sensaciones también visite a los lectores de esta obra.Jaime Iturri Salmónmonólogo para tres yotros relatosRoxana Sélum Yabeta.ed. Geisha. 46 págs.

Ritual de otoño



Hoy sin saberlo
sin saber que besarías mi cuerpo,
hice un rito frente al espejo,
coloqué el aroma de miel sobre los muslos,
recorrí los brazos y la espalda.

Mi torso, Acaricié suavemente
la aureola de los senos,
cubrí las grietitas del pezón
toqué el pubis de luna,
la redondez del ombligo,
la silueta toda,
y más tarde, recorrí su cuerpo con pasión salvaje,
como queriendo emprender un viaje sin retorno
en el que me fundo cada vez que te amo.

Toqué la curvatura de los tobillos,
subí besando los muslos,
la pelvis, el torso…
toqué su pecho que se abrió de pronto
como crisálida, sensitivo, cálido.
Volví a sus caderas y disfruté de su cuerpo
en movimiento.
Sentí su piel que se estremeció al rozar
pasar los labios, sentir la textura,
oler su perfume que huele bien
huele a miel.
Hoy he tocado su cuerpo con pasión extrema
como si fuera la última vez.
Como queriendo asirlo en el tiempo
lo besé tantas veces… hasta llegar a creer que nada más
existía en el mundo
los sostuve entre mis manos y me estremecí toda.

Acóplamae en tu muslo

“... acóplame en tu muslo, piérdete, estrújame, recórreme, asúmeme distinta, confúndete al unísono de nuestras respiraciones, enrédate en mi pelo, galópame, deshazme, olvídate un instante de tus culpas, asúmeme distinta”