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viernes, 28 de agosto de 2009



A Bauty

6.

Pero la muerte más certera es tener la certeza
de que el cuerpo que habitabas ya no te sirve;
ya no está más.
Pero permanece todo el tiempo en el olor de las flores
y aunque huele a velas de cementerio,
me parece escuchar aún su respiración en la frescura del ocaso
como un adiós sin ganas de irse, todavía quedo.

Ayy! hermano, aún me duelen tus tardes
tan solitarias y veo tus ojos tristes sumidos en la nada,
y yo viendo irse tu luz de pronto no podía hacer nada,
quería comprar a alguien, a Dios un hálito de vida para darte,
quería robarle a alguien el soplo divino para regalarte,
quería verte volver sonriendo;
y aunque ambos sabíamos que ya no era posible
por todas partes resonó el dolor, subió por las venas,
hirió el corazón, dejó un nudo en el laringeo,
explotó en la cabeza y salió a borbotones con lágrimas.
Después te rodearon las flores que cantaban
y te fuiste al lugar que soñaste meses antes,
tu alma escapó de aquel cuerpo cansado
y fuiste libre
y yo también fui libre!