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viernes, 31 de octubre de 2008

De rodillas

Justo ahora se me viene todo el amor de golpe
cuando me siento triste y te siento lejano. P. Neruda

Entrevista a Roxana Sélum por Kate Leonard

Tu libro, D-Efectos especiales ha sido un verdadero éxito en Bolivia. Es difícil encontrarlo en las librerías porque la edición se ha agotado.
Sí, el libro fue vendido rápidamente, fue un fenómeno inusitado en el país, ya que normalmente los escritores venden muy poco o regalan sus libros entre sus amigos y ahí queda la cosa. Este fenómeno de la venta rápida del libro se debe al trabajo de lobby que hicimos con el editor. Visitamos medios de prensa, enviamos faxes a radio, prensa y televisión, invitamos a muchísimas personas, abarcamos en nuestra lista de invitados a personas de toda índole, fuimos más allá del reducido círculo de los escritores. Vendimos puerta a puerta con promotoras de venta y obviamente el tema vendía mucho, pues era la primera vez que dos bolivianas se atrevían a lanzar sus obras con el rótulo de "cuentos eróticos contados por mujeres". En las invitaciones y en las entrevistas fuimos muy agresivas, hicimos todo muy bien hecho, entonces fue un éxito.

Hablemos de la temática del libro.
Tiene lenguaje o estilos diferentes de narrar. La temática es sobre mujeres, mujeres solas, prostitutas, abandonadas, mujeres, siempre mujeres. Algo que se repite mucho es un lei motif ue es la mujer dejada, la mujer abandonada, pero la mujer que siempre después de eso saca una lección de esa amargura, de esa desazón digamos, de la tristeza que el hombre le ha dejado. El libro está dividido en dos partes: una de temas netamente eróticos y otra de temas de mujeres, que nada tienen que ver con el erotismo.

¿Cuándo empezaste a escribir el libro?
Ese libro lo empecé a escribir en la universidad el año 1986, allí había un escritor que nos enseñó las técnicas narrativas. El taller de redacción me dio las pautas, el talento ya lo tenía, los cuentos los tenía escritos algunos, pero de ahí para adelante nada me paraba para crear. Este señor luego dio otros talleres, de estilo literario, y se daba mucho para la creatividad. Ese semestre en 1986 escribí una novela, La tierra sin mal, aún inédita. Ese semestre descubrí que el cuento era lo que más me gustaba hacer.

¿Cuál ha sido tu formación educativa?
Estudié administración de empresas en Cochabamba, pero nunca ejercí. Estudié la primera carrera sin ningún interés, lo hice presionada por mi padre. Era una carrera que no me gustaba para nada pero no tenía alternativa ya que mi papá financiaría mi educación superior y no había modo de desobedecerle. La segunda carrera que estudié fue Comunicación Social en la Universidad Católica aquí en La Paz. Tiene bastantes áreas en su currícula educativa, materias que me gustan (tiene prensa, radio, televisión, periodismo de investigación, comunicación y desarrollo, redacción periodística, y muchas otras), entonces cada cual se especializa en el área que desee hacerlo, y la especialización te la da la experiencia en el trabajo cotidiano. En el tiempo que yo estudié, que fue hace cinco años, no existía una especialización en la universidad, eso lo lograba cada persona desde su experiencia personal y desde el área que le gustaba hacerlo. Yo me dediqué específicamente al área de comunicación y desarrollo, entendiendo este desarrollo desde una perspectiva más integral, holística, donde desde la comunicación educas, informas sobre determinados temas claves para la mujer, su desarrollo personal, su autoestima, sus derechos, el trabajo, la educación, la salud, es más bien un periodismo para la vida, muy comprometido con las interlocutoras que en este caso son las mujeres. Esto no quiere decir que no me gusten los hombres, también trabajo en el tema de las masculinidades desde una perspectiva de género. Entonces yo, desde el momento que egresé, empecé a trabajar en ONG sobre el tema de la mujer y siempre estuve trabajando en ese campo, desde hace como cinco años.

¿Me puedes explicar como funcionan las ONG´s en Bolivia?
Sí, tienen diferentes políticas, diferentes formas de trabajar. Existe un avance del movimiento de las mujeres muy fuerte y fortalecido, fruto de ese trabajo es que existe desde 1993 la Subsecretaría de Asuntos de Género, institución que desde el Estado es la encargada de generar políticas de igualdad en todos los programas y proyectos del Estado Boliviano. Yo me dediqué más al campo de la mujer. Algún tiempo trabajé en el ámbito de la educación también.

¿Qué es lo que haces exactamente? ¿Puedes describir el trabajo?
Es un proyecto del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) y la Subsecretaría de Asuntos de Género, cuyo objetivo principal es hacer advocacy sobre las Recomendaciones de las Cumbres del Cairo y Beijing en dos ejes principales que son derechos sexuales, salud reproductiva y participación política de las mujeres, también sensibilizar sobre el tema a autoridades de los municipios, a periodistas y a concejalas. También trabajo en capacitación a periodistas de todo el país sobre el tema de género y comunicación. Son personas que no conocen sobre el tema, que no están sensibilizados y que juegan un rol clave para incursionar con el tema de género en las políticas públicas del país. Capacitar así a cien funcionarios, hacer talleres de sensibilización con ellos, ése es uno de nuestros públicos y el otro es al poder local o los municipios, treinta y cinco municipios en todo el país. También produzco material educativo, de información, cartas informativas, manuales, boletines, realizar artículos sobre este tema

¿Has publicado muchos artículos sobre estos temas?
He publicado bastante. He publicado antes cuando trabajaba en otros lugares, en otra institución. He publicado manuales y libros referidos a la temática de salud reproductiva y género y sobre género y comunicación, algunos de ellos están en imprenta. Los artículos han sido muy retadores, agudos, cuestionadores sobre la participación de la mujer en política, la cuestión del lenguaje sexista, la participación de la mujer en la productividad, etc.

¿Hablemos de tu infancia. Naciste en Beni, ¿no es cierto?
Sí, en Beni, en un pueblito, San Ignacio de Moxos. Es mágico. Si no fuera de un pueblo no sería como soy ni tendría esa chispa. Me identifico totalmente con la mujer beniana: alegre, dicharachera, reilona, bromista. Viví allá hasta mis 17 años. Es un pueblo super chiquitito y que no llega a más de 8.000 habitantes. Es zona tropical, verde río, verde pampa, de calles pajolientas y cuando llueve una puede respirar el olor de la tierra mojada, o cuando llegas de La Paz al Beni, puedes sentir ese aire caluroso, el sopor del sol calenturiento. El Beni es uno de los nueve departamentos de Bolivia. Trinidad es la capital. Mi pueblo está a 90 kilómetros de Trinidad, pero yo soy esencialmente mujer de provincia, de pueblo, eso lo llevo en mis venas y lo transmito en muchos de mis cuentos.

¿Tienes memorias especiales de tus años en el Beni? )Qué influencias tienes de tu vida allá?
La influencia más cercana y de la cual tengo memoria son las historias que nos contaba la abuela Eufemia. Nos contaba casos, cuentos de miedo, historias de gnomos (allá les llamamos duendes), del "carretón de la otra vida", "del perro encadenado" y muchísimas otras historias que yo ahora las denomino "cultura del terror". Eso pasaba a mis cinco años. Más tarde como no existía otra diversión, ni había luz eléctrica en mi pueblo, ni había televisión en Bolivia (te hablo del año 68 más o menos), entonces nos reuníamos como diez niñas del barrio a contar cuentos, historias, que nos inventábamos, nos sentábamos en la calle o en el corredor de las casas, como las casas tienen corredores amplios, hacíamos un redondel y charlábamos, inventándonos historias, o simplemente repitiendo cosas de la literatura oral que es muy rica en tradición. Por ejemplo, la historia de aquel hombre que se convirtió en ave y su lamento ahora es muy triste porque su mujer se perdió en la selva y él se convirtió en el Guajojó. Es un ave que en la vida real tiene un canto lastimero y triste. Cuando él canta se lo asocia a desgracias, a muertes, debido a su leyenda. Las niñas de ahora ya no hacen lo que yo hacía, ahora ven televisión y telenovelas, no creo que hayan perdido la inventiva, la creatividad, tienen otros valores que a lo mejor son interesantes. Tengo una sobrina que vive rodeada de amigas, y un día cuando pregunté por qué la buscaban tanto, porqué era tan cotizada, una de sus amigas me dijo: "Es que ella es increíble para inventarse cuentos!" A mí me encantó la idea y empecé a mandarle libritos para incentivar su creatividad, y me fascinó la idea de que la costumbre no se ha perdido, la inocencia, la maravillosa travesía de nacer en un pueblo como el mío. Es un lugar de características particulares. Bolivia es muy diversa, el estereotipo que se maneja de la gente del Beni y en muchas situaciones es la realidad, es que las personas son amables, cálidas, buenas, cariñosas, espontáneas, tranquilas, y también otra característica es que todo se sabe hasta lo que respiras, todo es transparente, es como vivir en el aire porque todo se sabe.

Además de tu abuela, ¿cómo son los demás miembros de tu familia?
Soy descendiente de libaneses en segunda generación. Mi abuelo Juan vino del Líbano, de Beirut y se casó con mi abuela Fabriciana. A él lo conocí apenas, casi no hablaba bien el castellano. Sólo tengo la imagen de un hombre de cabellos blancos vestido con un terno de casimir de color negro y un sombrero que jamás se lo sacaba. A mi abuela no la conocí. Ella murió de viruela a los 30 años. Papá me contaba que fue una mujer muy bella con un rostro perfecto. En esa época no se permitía enterrar a las personas que morían de alguna peste y en aquella época la viruela no tenía cura. La gente se moría y era discriminada, mi abuela fue enterrada en un lugar alejado y jamás encontraron sus huesos. Los hijos estaban demasiado pequeños, nunca supieron dónde fue enterrada porque ese sitio era monte. Eso respecto a mis abuelos paternos.
A mis abuelos maternos los recuerdo también muy poco. La abuela Eufemia en realidad no era mi abuela, sino la abuela de mis vecinas Denny y Lizarda con quienes pasé la mayor parte de mi niñez. Mi abuelo Carlos tenía la cabeza blanca y murió cuando yo tenía 17 años, era un abuelo común. Mi padre era un hombre renegón y cariñoso a la vez. En toda su dureza dejaba entrever un caudal de ternura siempre, siempre me elevó la autoestima, me hizo creer que era una mujer que lo podía todo, inteligente, bonita, audaz. Después con los años me di cuenta que yo era tan vulnerable como cualquier persona, y que el exceso de autoestima y egolatría no son buenos para nada, la vida se ocupó de enseñarme que no debería ser así y cambié completamente. Ahora soy una persona humilde. Mi madre es más grande de lo que yo me imaginé. Es una mujer noble, dedicada a Dios, a sus hijos, a la casa. Es la típica madre tradicional que conocemos todos, trabajadora y fuerte. Pero su valor radica en esa capacidad que tiene para aguantarme ahora como si yo fuera su madre. Desde la distancia nos contamos las cosas, nos aconsejamos, reímos y lloramos, pero sobre todo mis cartas y mis consejos están dirigidos a su actitud ante la vida: mamá tienes que hacer esto, tienes que tomar esta decisión, etc. Debe ser a que está sola pese a que vive con dos hermanas mías.
Bueno, mi familia es la típica familia del Beni, pero somos muy diversos. Tengo dos hermanas dignas de una novela, de caracteres fuertes, duras, y tengo otra que es tan buena, tan sumisa que a veces sufro por su falta de autoestima. Mi hermano Bauty es un personaje maravilloso, genial, fuera de serie. El me hacía jugar por los árboles, saltar de un árbol a otro, me enseñaba fútbol, a montar caballo, a hacer cosas que las niñas no estaban acostumbradas a hacer. Yo hacía todo lo que él hacía, jugaba a las muñecas, pero también me gustaba la aventura y todo lo que significaba reto, me abismaba en el peligro de la selva, a él le fascinaba el hecho de que yo no decía no a nada, que no le temía a nada. No tenía límites, no medía el peligro, no tenía temor ni a las víboras ni a nada y eso él me lo enseñó. Ahora que vivo hace casi 20 años fuera de mi pueblo, me causa temor todo eso.

¿Cómo surgió la motivación para escribir?
La motivación para escribir vino del aire, del viento, de la lluvia, de los árboles, del alma, de mi hermana mayor; ella leía mucho, con la que éramos muy afines, muy parecidas, ella era la mayor y yo la menor. Muy parecidas físicamente, nada más que yo soy blanca y ella era morena, ella también murió. No vivía con nosotras, pero mandaba cosas o cuando venía en vacaciones traía libros, revistas, y también una amiga que viajaba constantemente a Chile, llegaba con buena literatura y me decía "¿Por qué no lees esto?" Y empecé a leer mucho. En ese entonces no discriminaba entre lo que era buena o mala literatura. Ya a mis doce años empecé a escribir poesía. Pero pasó lo típico, me daba vergüenza mostrar lo que escribía, pero me destacaba en la escuela y en el colegio porque escribía bien. Cuando tocaba hacer algo de redacción, redactar bien o hacer alguna cosa alusiva a alguna fecha, sobresalía, ya yo notaba que me gustaba escribir, pero escribía poesía. Poesía muy influenciada en ese época por los románticos.

¿Presentabas tus poesías en concursos?
No. Simplemente en la clase me destaqué y ya cuando estaba en la universidad estudiando el básico de Administración de Empresas, de la otra carrera, un cura español que nos daba lingüística y amaba la literatura me dijo que tenía talento y que debería cultivarlo. Me dijo: ¨Eres grande, muy grande!¨ Yo tenía 18 años y mi vida giraba en torno a cosas muy superficiales, me gustaban las fiestas y los chicos.

¿Cuándo empezaste a escribir cuentos?
Empecé a escribir mi primer cuento cuando vivía en Cochabamba en 1984. Un día sentía necesidad de escribir y no sabía cómo hacerlo. Yo estudiaba una carrera que no me gustaba pero yo quería escribir unos cuentos. Entonces le pregunté a un escritor conocido en Cochabamba, Igor Quiroga, él estudiaba filosofía y letras, también me prestaba libros. Le dije, "Tú que estudias filosofía y letras, por qué no me explicas cómo se hace un cuento?" No me enseñó ningún estilo ni ninguna forma, simplemente me dijo, "Hay que tratar de llegar al pueblo, de universalizarse, de que la gente entienda tu lenguaje".

Entonces cuando escribes cuentos, ¿diriges éstos una persona o un público especial?
No, no dirijo hacia ninguna persona especial. Pienso en lo que me dijo Igor Quiroga, que me entiendan todos, el cuento va cargado con todo un desgarre interno mío, la ficción y un poco de realidad, frases precisas, a veces ironía y maldad, pero escritos en un lenguaje fácil, para qué complicarse, para que te digan, "¡Ah! que intelectual eres". No, no necesito transmitir eso. Por eso son tan fáciles de entender. Es un lenguaje muy simple porque yo pienso que un tema común y cotidiano puede traspasar barreras y llegar a todo lado y que el común de la gente lea, entienda y se identifique con ese cuento. No lo hago así porque yo quiero que todos se identifiquen con mis cuentos.

¿Tienes alguna relación especial con los personajes en tus cuentos?
Casi siempre, porque los personajes son personas cotidianas, mujeres y hombres que me rodean, con quienes vivo o trabajo, amigas que me cuentan historias que yo las convierto en cuento. O simplemente personajes que viven en mí desde mi infancia. Muchos de estos cuentos son historias que me han contado y me han impactado. Un ejemplo es el último cuento del libro: "Matrimonio por desespero". Una amiga me dice un día, "Tú sabías que la tía María se casó con el tío Rolando sin jamás haber enamorado antes?" Yo le contesto que no tenía idea de esa historia, entonces ella me contó en cuatro frases y yo la plasmé tal cual, pero lógicamente con todo lo que implica ya el enriquecimiento de la descripción narrativa. Entonces mucho de eso tiene que ver con la realidad, son personajes que yo conozco. Pero no es toda la verdad, ¿no? Pueden ser anécdotas que me cuentan y que a mí me impactan. Por ejemplo "La virgen terrena" es otro cuento con mucho humor, es la historia de un tío mío, en tono de broma mi hermano me cuenta y me dice, "Sabías tú que el tío Raúl un día se fue a otro pueblo escapando de la política, acá dejó a su mujer y a sus dos hijas". Llegó a otro pueblo y se enamoró de otra y dejó a su mujer y a sus hijos aquí. Y cuando un día la nueva mujer le encuentra en la billetera la foto de una señora de esa época vestida como una virgencita con su vestido blanco que le tapaba todo el cuello, mangas largas, su cabello ondulado pegado a la sien, la nueva mujer le reclama y él contesta, "No, no es otra mujer". "Ah", le dice ella. "Tú tienes otra mujer. Has debido tener otra mujer y debes tener hasta hijos". Y era tan mala la mujer que le respondió "Si me mentís, te mato". Entonces él, por librarse, le miente: "No, es sólo una virgencita," y a partir de ese día la nueva mujer creyó el cuento y le ponían velas y le rezaba como a una virgencita. Entonces yo a ese cuento le puse mucho de mi inventiva, de mi humor y también de mi soledad.

¿Y se enteró la mujer de la verdad,¿ o no?
Pasados los años se entera que efectivamente el hombre tenía mujer e hijos, que en el otro pueblo había dejado a una mujer e hijos pero no era casado con ella porque en ese tiempo se acostumbraba a no casarse y en el cuento yo le he puesto como si fuera casado y como que si la hubiera dejado a su primera mujer, legítimamente casado con ella. Entonces, al final, ya ella, la nueva mujer, no lo mata como le prometió, más bien se casa con él. No le hace nada de lo que dijo porque le parecía un hombre encantador. Y tuvo hijos también. Verás, la mayoría de mis personajes están vivos, otros muertos como este tío mío.

¿Te consideras autora feminista por tus cuentos relativos a la mujer?

Autora feminista, no, el feminismo se inscribe en una corriente filosófica que tiene que ver con las relaciones de poder, con la política, la discriminación y subordinación de la que han sido objeto las mujeres desde tiempos inmemorables, y lo mío no es una literatura feminista. No, se habría que analizar, pero si pensamos en una literatura feminista, la cosa ya tiene otra connotación, porque podríamos hablar de una literatura de hombres y una de mujeres. Creo, sin embargo, que sí milito por la igualdad entre hombres y mujeres, eso es relativo al trabajo, la literatura es otra cosa. Me encanta escribir sobre mujeres, tal vez soy feminista sin saberlo. Tengo cuentos escritos como si los hiciera un hombre. Por ejemplo, tengo la historia de un amigo que me contó la historia de él cuando era chico. Entonces, yo la escribí como si yo fuera hombre. Mucho de eso también hago, pero siempre tiendo a defender a la mujer.

¿Por qué?
Porque he visto mucho sufrimiento en las mujeres y mucha opresión de parte de los hombres. He sufrido en carne propia los problemas de la violencia psicológica...de toda esa degradación. He visto a mis hermanas pasar por cosas parecidas y yo misma he sido una víctima más de esas personas de las cuales se ven en mis cuentos tristemente retratadas. Debe ser por eso.

¿Te preocupa la opinión de los críticos cuando escribes?
Ocurre que no me interesa, porque yo sí sé donde quiero ir, donde quiero llegar cuando escribo algo y no me interesa tanto lo que vayan a pensar los críticos y las demás personas. Además, en Bolivia no hay críticos. Qué puedes esperar de unos señores que estudian años, se adormecen el cerebro y no crean nada, se la pasan de "criticones" que es diferente a hacer crítica literaria. Ellos no me interesan. Sé que mi trabajo vale y para mí eso es lo importante. Además, yo soy muy autocrítica. También hago leer mis cuentos a personas amigas, a escritores y a personas que no tienen idea de literatura, es una especie de pretesteo, de sondeo de opinión sobre lo que he escrito. Eso sí que lo tomo en cuenta. De mi libro D-efectos se habló mucho, hubieron muchísimos posiciones, de que no eran cuentos eróticos porque estaban mezclados, que el lenguaje estaba totalmente mezclado. Y efectivamente el lenguaje transita por uno y otro estilo y ése es el gran problema. Está escrito con un lenguaje diferente entre unos y otros cuentos. Pero es mi estilo de ser y no voy a cambiar. Puede ser que elegir un estilo y un tipo específico de narrar sea maravilloso y que si hago lo contrario no me permita crecer pero no me interesa. Yo escribo como quiero y de acuerdo a mi estado de ánimo. Eso sí tengo que reconocer que no debo mezclar tipos de lenguaje, o diferentes estilos de escribir en un sólo libro pues ahí habría un gran problema. Yo creo que no es sólo una búsqueda de lenguaje o de estilo, sino que es mi forma de ser. Constantemente soy así, nunca estoy en una cosa, todo el tiempo casada con un estilo preciso. Ahora, muchos dirán que esa forma de ser mía tan particular, signifique que no soy una escritora, pero tampoco me interesa lo que los demás piensen, no vivo en función de los otros. Escribo por ejemplo para la TV Guía, ahora estoy en el periódico Hoy, antes en el periódico La Razón. Entonces escribo obviamente con seudónimo. Te voy a mostrar los estilos y te vas a asombrar de la variedad de estilos que manejo, porque eso dependía de mi estado de ánimo. Y esos estilos era una especie de cuento, de historia, de una pareja que ven la televisión y critican la producción nacional en televisión o hacen comentarios, obviamente esto lo hacíamos con Juan Carlos Ramiro Quiroga, otro escritor, después él se enamoró en serio, se enamoró en la vida real (porque en la columna que teníamos supuestamente éramos pareja) y me abandonó, de modo que yo hacía de hombre unas veces, otra de mujer, y mi lenguaje caminaba por diferentes estilos.
Yo creo que esto se puede hacer en periodismo, que es muy duro hablar de literatura y andar diferentes lenguajes o estilos, pero es un lujo que yo sí me permito aunque me cueste la etiqueta de que digan que no soy una escritora. Por lo menos hasta ahora nadie dijo lo contrario.
De repente muchos críticos dicen que yo andaba como muy imitadora de García Márquez y muy parecida a Margarita Duras en otros cuentos. ¿Te imaginas esa mezcla? Claro, era parecida a ellos pero con todo el ingrediente beniano, al estilo oriental, al muy estilo criollo. Entonces, acepté todo eso, acepté toda la crítica. Unos chicos de un taller de literatura con los que yo estuve charlando un día me dijeron que mis cuentos, por ejemplo el más famoso que yo escribí en el sentido que se ha hecho conocer, "Las hijas de Dhango", decían que era un cuento lírico, que no era un cuento erótico, que no había necesidad que yo escriba una cosa así porque se había hecho tanto ya en Latinoamérica. García Márquez, Jorge Amado y tantos otros habían hablado de putas, y que no valía la pena que yo lo haga y cosas por el estilo.

¿Cuál fue tu respuesta?
Que estaba muy bien que existiera ese tipo de literatura, que yo tenía igual las ganas de hacer lo mío, lo propio, lo que no se había hecho en Bolivia, tal vez. Así respondí. Entonces, era un poco por picarnos, por molestarnos, porque somos mujeres, porque les parecía inaudito que una mujer escribiera sobre putas y con tiente erótico. )Por qué no habría de hacerlo? No era un asunto de vida o muerte, o lo hacía o no lo hacía. Pero luego estos amigos han aceptado algunos cuentos como válidos porque después ellos también han aceptado que es algo que gusta.

Entiendo que no participas de forma organizada en los talleres, pero, ¿crees que el taller es importante para la literatura femenina? He notado que la mayoría de los cuentos que he encontrado han sido producto de talleres o son publicados por talleres.
Creo que sí vale la pena que se organicen talleres, las mujeres estamos cada una por su lado y que se saquen cosas de ahí porque salen cosas buenas. Creo que es importante porque ayudaría muchísimo. Por ejemplo, la persona que tal vez no tiene una formación teórica, digamos, o académica, si se quiere llamar, tal vez le ayudaría mucho. A mí me han ayudado los talleres a nivel universidad, si no, no me hubiera lanzado como me lancé porque escribir por escribir, los talleres me dieron seguridad, me enseñaron las técnicas, me ayudaron a aclararme más la figura.

¿Cómo ves tu futuro siendo escritora?
Negro.

!No! En serio.
Yo pienso que si me dedico un poco más, puedo llegar muy lejos. Pero he dejado de escribir hace seis meses. Cada vez que escribo algo, siempre termino como muy enferma. Me enfermo de todo.

¿Físicamente?
Físicamente. Me queda como un vacío muy grande, muy fuerte. Una satisfacción los primeros días pero después una cosa muy...muy desgastante. O sea, yo pongo todo, todo el ámbito, las emociones, el alma, el espíritu todo...lo meto todo en hacer la cosa. Entonces me viene una depresión fuerte, tal vez ligada a otras cosas, obviamente.

¿Sientes que sufres mientras escribes también?
Sufro de ansiedad y de insomnio porque escribo por las noches, nunca de día. Entonces, es muy fuerte la cosa porque me emociona. Me viene tal ansiedad que son las tres de la mañana, cuatro y no puedo dormir, y al día siguiente tengo que trabajar. Me viene una ansiedad muy fuerte. Es como una liberación, como desligarme de los demonios del lenguaje.

¿Llegará el momento en que puedas vivir de lo que escribes y dejar de trabajar en otro campo? ¿O es esto imposible en Bolivia?
Precisamente el otro día hablábamos con Walter Chávez sobre ese problema, de si vivir con la literatura o de la literatura. Yo sentía que en este país no se puede. Pero si se toma la literatura como un oficio, el trabajo como un oficio, yo digo, bueno, voy a editar este libro, me voy a dedicar a pasarlo a todas partes del mundo y distribuirlo por todos lados y que esto se venda y distribuir y sacar fondos y poder financiarme más libros y hacerme conocida. Se puede si una se dedica exclusivamente a eso. Yo creo que sí se puede, pero por otro lado, yo siento que estuve dos meses sin trabajo y yo me sentía como huérfana. Decía, "Voy a poder hacer otras cosas, voy a poder terminar mi libro, voy a poder hacer esto, voy a poder hacer lo otro, estos dos meses van a tornar una maravilla". Entonces yo después sentí que no podía. O sea, no podría simplemente dedicarme a escribir, a no ser que tuviera una persona a mi lado que me dijera, "Mira, dedícate tú a la literatura y solamente haz eso". Pero no tengo a esa persona, no existe esa persona. Entonces, pienso que por este momento tengo que trabajar y compartir ambas cosas. Y estoy recién en la etapa de querer terminar, de querer empezar a escribir. Estoy en una etapa recién así nueva, como recuperándome.

¿Qué harás cuando te repongas?
Pienso terminar el libro de los relatos que te comentaba, pulirlo un poco más.

¿Tiene ya título?
Ya tiene, tiene un título muy chistoso, se llama "Amores de marras". Marras en el sentido metafórico de lo que ya no está. Lo que ya no existe, que se ha perdido. Es la historia de dos amores en dos tiempos diferentes. El amor largo de una etapa de diez años, el amor intenso, profundo, y el amor super corto. O sea, dos amores, la misma temática, de que la persona se perdió por esos dos hombres. Le estoy dando vueltas. Tenía que haber sido publicado, pero sentí que le faltaba madurar un poquito más. El primer libro había sido un éxito, lanzar una cosa que es menos interesante, menor, me parecía mala idea. Si el otro es más de pueblo, éste es más urbano, más de ciudad, más de lo que ha acontecido estos últimos tiempos, más autobiográfico si se pudiera decir.

¿Encuentras alguna diferencia entre los temas de los autores y las autoras?
Hay una diferencia porque la mujer ve las cosas con más sensibilidad. El hombre llama rojo lo que la mujer llama magenta, carmesí, bermelho, describe más los colores, los olores y es de matices y de colores que está hecha la literatura. Entonces, la mujer tiene muchísima más sensibilidad, le da como color, sabor, a las cosas. Así lo siento yo. La mujer escribe ya no como objeto del deseo, sino como sujeto de su propio texto, de su propio deseo. Además, a las mujeres se les pregunta si lo que escriben es de su vida personal o es ficción e inventiva, pero a los hombres nunca se les hace este tipo de preguntas sexistas y discriminatorias. Creo que todos los autores hombres o mujeres le ponen algo de sí a sus cuentos o escritos, nada puede ser netamente ficcional, está tu subjetividad, tu elemento añadido, tu creatividad y está también la realidad. Juegan con ambas cosas, )no? Tanto hombres como mujeres, juegan con eso porque es parte de su vida, de su forma de ser y de todo su entorno.

¿Estás de acuerdo con la idea de que la literatura latinoamericana está comprometida con lo social o lo político?
Sí, en algunos casos. Por ejemplo, lo que he notado en la literatura de Chile, es que la mayoría de las mujeres que han escrito, han escrito en una etapa de represión. Además, hay muchas autoras feministas, eso tiene mucho que ver con la década de los 70 o la aparición del feminismo y la cuestión de género como categoría de análisis, con el movimiento de mujeres a nivel mundial. Entonces, la literatura es como muy contestataria, como muy ligada a lo social, al problema político. En Bolivia, tal vez en otras épocas se dio así después de la guerra del Chaco con el Paraguay. Particularmente yo siento que estoy comprometida también con lo político. El problema de la mujer y la problemática que yo toco es una cuestión de poder, y es una cuestión política, porque si bien esas mujeres de mis libros son abandonadas, dejadas, casadas a la fuerza o por desesperación, o prostitutas, esas mujeres sacan una fuerza vital que las anima, las levanta, resucitan y son muchísimo más valerosas, más poderosas porque se han fortalecido. El dolor, la decepción las ha engrandecido y son menos vulnerables y tienen más poder, poder para sobrevivir, para seguir luchando en la vida pese a las adversidades. Y el poder no se lo ve pero si se lo ejerce y las mujeres lo ejercemos. Esa es una cuestión que yo toco mucho.

¿Es el propósito de tus cuentos comprometidos reflejar lo que se vive, o quieres transmitir algún otro mensaje, enseñarle algo a alguien?
No puedes enseñarle algo a alguien, simplemente protestas y te haces escuchar, pero sola y aislada no puedes lograr mucho. Entonces, es tal vez un modo contestatario de sacarte tus demonios.

¿Encuentras alguna diferencia entre la literatura de la generación anterior, por ejemplo, en las obras de Yolanda Bedregal, Alcira Cardona Torrico, Adela Zamudio y la literatura de la actual generación?
Claro que sí. Los tiempos cambian y no podemos decir que doña Yolita se parece a Marcela Gutiérrez o a Ericka Bruzonic. Hay como un destape, obviamente. De que si existe una diferencia enorme entre las antiguas y nosotras las modernas, el cambio es abismal. Ellas vivían en otra época, eran otros tiempos, se hablaban de otros valores, se restringía más a la mujer, había muchísimo más marcada la cuestión patriarcal y del sexismo. Hoy son otros tiempos, la mujer escribe sobre su cuerpo, sus propias fantasías, lo que sus fantasías eróticas o sus sueños van diciendo, van pariendo fantasías, pequeñas utopías, no tienen temor de decir lo que sienten o lo que piensan. Si las otras lo decían con el alma y el corazón, nosotras lo decimos con el alma, el corazón, el cuerpo, el espíritu, las vísceras, los riñones, los brazos, las piernas.
No las he leído nunca porque simplemente no me atraen, con mucho respeto lo digo, porque creo que su escritura valió y sigue valiendo, han sido las pioneras. No es por un despecho a la literatura boliviana, no, sino que ocurre conmigo que puede ser el mejor escritor y si a mí no me gusta de entrada yo no lo leo. Me tiene que gustar, agarrar en las primeras dos páginas para que yo lea. Tiene que haber esa complicidad entre el lector y el autor, el placer del texto. Existen autores que leo y releo, como Juan Rulfo, Margarita Duras, Margarita Yourcenar, Clarice Lispector, Roland Barthes, Lefevre, Skármeta, Joyce, Echenique, y tantos otros, y siempre encuentro cosas diferentes, interesantes, ellos para mí tienen magia. Por ejemplo son libros que yo los leo siempre, porque me gustan y hay otros que no los leo nunca, o sea, eso no quiere decir que Bedregal o las otras autoras antiguas no tengan valor, sí lo tienen. Antes las mujeres eran las sumisas, más tranquilas pese a que en la etapa de Adela Zamudio y otras poetas han sido sumamente buenas, era una etapa romántica de la vida, era la época de acuerdo a lo que en literatura se estaba dando, a lo que leían o sentían. Me imagino que todo está dentro del contexto en el cual vives. Ahora en la literatura actual de las mujeres, existe una literatura romántica, pero también hay más agresividad, más destape, más ganas de transgredir el orden establecido. Ya las mujeres no se quedan en su casa sino que salen a competir en los espacios públicos, y estudian y leen mucho, son más competitivas.

¿Sientes que algo falta en tu formación como escritora?
Sí. Yo siento que necesito más tiempo para leer. A mí me gustaría leer y estudiar mucho más. No sólo es importante leer sino saber entender lo que se lee, como decía Humberto Quino, otro amigo poeta. Mi formación ha sido llevar un poco lo básico, lo elemental de literatura en la Universidad Católica Boliviana, y bueno, he leído en otros tiempos bastante. Ahora trabajo y leo otro tipo de libros, estoy leyendo otro tipo de literatura. En realidad cuando leo algo que me gusta leo en uno o dos días, dependiendo del volumen, soy un ávida lectora. Este tiempo sobre todo he leído a más de 20 autoras mujeres, con toda la teoría de género (Lagarde, Hiriart, Valle, Jennifer Cooper, Amado, Patricia Violi, Simone de Beauvoir, Tununa Mercado, Nelly Schnaith, Diamela Eltit y tantas otras). Como viajo mucho, entonces llevo libros y eso es lo que leo, prácticamente para enriquecer mi trabajo con mujeres. A veces siento que me falta un poco más de tiempo, de ganas. Por otro lado soy una mujer sin límites, y soy una mujer de etapas. Una época me leí a todos los clásicos de la literatura universal, más los clásicos de la literatura erótica en menos de cuatro meses (eso fue cuando tenía 20 años). Estaba de vacaciones y como tenía una hermana que leía y compraba libros, y yo no compro, me leí todo ese montón de información en muy poco tiempo. Los resultados fueron desastrosos porque no quise saber de literatura casi un año. Ahora estoy leyendo mucho cosas de género.

¿Qué futuro tiene para ti la literatura femenina boliviana? ¿Habrá más producción literaria, o ésta disminuirá? ¿Habrá más escritoras?
Yo creo que va a haber más mujeres escribiendo, es más, hay muchas mujeres que yo sé que escriben, sólo que no tienen la oportunidad de publicar. Va a haber mujeres escribiendo, la cosa no va a desaparecer. He notado un gran avance. Lo que pasa es que yo tengo muy poca comunicación con la gente de literatura que la debería tener porque hay gente muy buena, muy interesante. Entonces, siento que ya ellas han empezado algunas veces a hacer talleres, encuentros de mujeres, y ya en otros países se realizan desde hace años y aquí recién se han empezado. Si se motivarían encuentros de mujeres, tanto de periodistas o mujeres que escriben, que hacen literatura, podría ser que haya gente.

La Paz, marzo de 1996 y julio de 1997


Anoche buscando tu cuerpo en otro cuerpo,
cerrados los ojos casi lo creo,
porque así de cruel es esta vorágine
que me pone un varón y me sumerge entre sus piernas,
qué locura desandar la travesía
sentir vibrando sus sentidos
sentir el goce de cuerpo y el mío,
sabiendo que el placer
nos arrastraría hasta la orilla
y abismada en su regazo
pude innoblemente perderme
entre sus besos.
Gozar desmedidamente, cómo quisiera rescatar
ese amor tuyo, darte las monedas sonriendo.
Esperarte en casa sola,
otra vez comenzar a quererte
sin que tanta miseria irrenunciable nos hubiera sucedido.
y seguir en esta nada
que a otra nada nombra.