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jueves, 12 de noviembre de 2009

Curriculum vitae

Nací en Moxos
siempre jugué descalza.
Me crié entre árboles, tierra, sol y agua,
volaba de un árbol a otro y me colgaba en lianas como un mono.
Nadaba en pozas de agua todas las tardes
y jugaba futbol, a las cachinas y la tuja.
Vivía en barrio lindo y éramos más de 15 chiquillas
que nos juntábamos todos los días a jugar.
Mis mejores amigas eran anita y chiqui,
pero también mis primas niña, maye y melo.
Fui una niña alegre, inquieta y a ratos tímida,
y no creo nunca que nadie hubiera sido tan feliz.
Me preguntaba cosas raras cuando niña: por ejemplo la muerte
y qué hacían los muertos cuando tenían hambre.
O dónde estaba el otro lado de Bolivia y por qué yo vivía cercada por árboles
Tenía miedo a mi sombra y me asustaban los cuentos de duendes,
de pequeña odié la leche de vaca y las verduras.
Crecí entre pastores evangélicos gringos porque mamá era evangelista
y odiaba a los santos católicos.
Me inscribieron de “oyente a los 5 años sin cumplir”en la escuelita del pueblo,
pero me dieron libreta por ser la primera de la clase.
Daba clases del abecedario a Chiqui un año menor que yo
y cuando escuchaba en la radio acerca de los paros del magisterio,
acataba fielmente los paros y nos poníamos a jugar a las muñecas.
A los 10 años en acto cívico recité un poema de un tal Benjo Cruz
y al día siguiente sufrí una reprimenda sobre el comunismo y sus consecuencias,
nunca dije quién me enseñó el poema y lo guardo recelozamente escondido.
Jamás aprendí bien las matemáticas y pese a ese desliz fui la primera de la clase
no me dieron diploma de honor por mala conducta o a lo mejor no acostumbraban.
Por las tardes en época de lluvia nadaba en una poza
y en las noches de casi todo el año, me iba al cine a ver películas mexicanas.
Conocí a mi abuelo Joan muy de apenitas, él llegó del líbano
pensando que acá había tanto oro que al mover los árboles caían las libras esterlinas
echó raices y se casó con abue Fabriciana,
a ella no la conocí porque murió a los 30
y se hablaba de ella como de una leyenda
porque hasta olvidaron dónde estaba enterrada.
Mis otros abuelos no eran tan abuelos siempre distantes, en otro mundo,
eso significa que fui una niña “desabuelada”
entonces aprendí a amar a mamita eufemia la abue de Chiqui
y sentí el amor de ella bien fuerte.
Aprendí a nadar del susto
Aprendí a montar caballo del purito miedo.
Porque ese era el estilo de Bauty para enseñarme a ser "hombre".
Papá fue un buen tipo.
Mamá siempre estaba trabajando,
mi hermana Negri era en realidad quien se encargaba de mi
me cantaba canciones de moda: las sambas, los iracundos,
los angeles negros, algunas rancheras…
Gané varios premios, fui reina de belleza,
me emborraché a los 14 años y me dieron una tunda,
oriné desde un árbol de la plaza a los chicos bien del pueblo
me dieron otra tunda.
Lloré cuando fui al campo de vacaciones
odié a los mosquitos y ahí en el corral y la pampa
escribí mi primer cursi poema.
Mi primer beso me lo dio un profesor 12 años mayor que yo
pero más que beso fue un roce de labios
me lavé la boca pensando que mis padres se darían cuenta.
Fui a vivir a Cochabamba a los 16
y me desmayaba porque tenía miedo a los “profes Collas”.
No fui de viaje de promoción porque era una “niña bien”
y en esos viajes “se perdía la virginidad”,
mamá estaba errada porque la perdí cuando entré a la universidad
y con mayoría absoluta de edad.
Pero la pérdida más terrible es aquella que te quita la candidez para siempre.
Soñé con ser cantante como Silvio
terminé escribiendo poemitas, cuentos y novelas.
Caí rendida por José Arturo,
me atraganté con mariguana no pude fumar
fracasé como hippie porque no practicaba el lema ni me sabía drogar.
Fui amiga de los famosos
nunca pude ser igual que ellos,
pasé noches de farra e inspiré a más de un artista.
Estudié una carrera que no me iba,
me aplacé un montón de veces.
Lloré por las plazas de Cochabamba,
di serenata a mis amigas con mis amigos los Kjarkas;
sentí impotencia muchas veces
me sentí dañada por los hombres
Fui a trabajar para poder comer
no me vendí a ninguno.
Fui estrella de mar
fui nube imposible...
mi paño de lágrimas era Rodolfo un gran pintor y amigo;
al que un día le dije confusa: "no sé por quién lloro, no sé a quién quiero"
y él más confundido me dijo ¡Qué pasa pooo!
Me vine a La Paz estudié una carrera compatible con mi oficio de escribir.
Sentí la nadería y el sorojche
amé intensamente,
quise suicidarme varias veces pero no encontré nunca el coraje.
Reviví escribiendo.
Escribí “lo sucio” y me volví el clishé
Nunca fui a Chacaltaya a esquiar, no entendí el golf
Me casé mayorcita contrariando a la cultura mojeña
No tuve hijos- los perdí todos(en el fondo no los deseaba)
Adoré a mis gatos Júpiter Quispe y Gatúbela Sélum
Lloré cuando papá se fue en un suspiro,
odié a Dios y a los hombres cuando Gaby trascendió;
y cuando Carlitos se fue de dormido.
Entonces empezó mi búsqueda hacia la muerte;
dejé la literatura y me sumerguí en otras lides literarias.
Cuando mamá se fue yo
ya había encontrado los secretos de la muerte y fue menos doloroso.
Me volví esotérica metafísica y oculta,
descubrí el sentido de la vida!
descrubrí historias más fuertes que las que escribo
amé a Ruth mi terapeuta, a Gaia, a Merú y a Jeshua.
Volví a orar y a creer en Dios.
No milité en ningún partido(tal vez por la reprimenda del poemita)
no supe del poder y de sus enredos
odié a los políticos los noté viles, crueles, insanos.
Más tarde en la vida
Me reconcilié con ellos sólo para analizar sus formas, sus sentires, sus hablares.
Fui empleada pública y de Ongés
también fui consultora
trabajé unos años para el imperio yanqui (al menosellos pagaban)
Traté de trabajar para el imperio incaico y me rechazaron disqué por mis antecedentes.
Siempre fui una niña me hacer salir a la niña que llevo dentro.
Aprendí a cocinar,
seguí escribiendo y alguna vez cuando sea grande
seré como Anais Nin, como Marguerite Duras como Miguel Hernández
y a lo mejor soñaré con ser como García Lorca una poeta en Nueva York.
Y seré grande como aquel lucero que veo en el firmamento en las nochesbrillantes de La Paz.
Con esta especie de crónica desprovista de poesía, Roxana Sélum nos llevará por una travesía, mostrándonos su cuaderno que es la radiografía de su vida, la guerra entre la autora y sus fantasmas reales e imaginarios, la verdad que una mujer hace de sí misma.Este recorrido conmoverá por su impudicia y su ternura, desnundando sus propias miserias, es un ajuste de cuentas entre quien vivió y ahora lo recuerda con picardía y perplejidad. Derribando sin piedad todo aquello que quedaba en pie de su imagen de mujer poeta, poetita y narradora.