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martes, 8 de diciembre de 2009

Articulo- La erótica

Definir la erótica en mi obra literaria no es tarea fácil, porque nunca escribí pensando en la definición misma del concepto, sino que fui guiada por una suerte de Yo interno superior que me exigía y obligaba a sacar los potros que correteaban en mi mente, algo recóndito, no explorado. Algo que estaba ahí aflorando de a poco y que muchas veces intenté acallar debido a los tabúes y esas taras pueblerinas que se inventa la cultura patriarcal y la iglesia cristiana para hacernos sentir culpables y quitarnos el imaginario.
Escribo desde la perspectiva de mi propio cuerpo y el cuerpo del otro. Este oficio implica donar los órganos y donar los órganos en el sentido figurado; donar la piel, los pechos, el pubis, los labios, las manos, el ombligo, el dorso y los muslos, los ojos, en fin, donarse toda. Es describir la geografía de los cuerpos y plasmarlos en la hoja en blanco. Es donar los sentimientos y los pensamientos. Es transmutar todo el miedo a nuestra sexualidad y poder ejercerla sin tabúes, sin mitos, es algo divino y supremamente placentero. Es saber que lo que se transmite a través del lenguaje puede causar un raz en el corazón de alguien y erizar la piel de alguna persona que amaste, acelerar los sentidos de un lector y hacer sentir vivas a las lectoras.
La erótica tiene que ver con la recuperación del cuerpo, de ese cuerpo silenciado, del cuerpo trasgresor, de ese cuerpo que era quien reunía dentro de si todo lo "pecaminoso". Las mujeres escribimos en la medida que descubrimos nuestro cuerpo, por lo menos en mi caso pasa eso. Nuestro cuerpo archivo de traumas, desde donde vamos sacando, pariendo fantasías que tienen que ver con nuestros deseos, nuestros goces, aquello que deseamos y que pocas veces podemos transmitirlo. En ses sentido, no solo se trata de parirnos a nosotras mismas, sino de contribuir a la transformación de la mirada de los lectores y lectoras, de lograr que ellos y ellas descubran, por qué no el placer de un texto de mujer.
Escribir par mi es un espacio de liberación. El no hacerlo es castrante. Necesito contar y transmitir las fantasías que alborotan mi cabeza, necesito ser trascendida por el texto, palabras marcadas por mi propio jadeo de mujer que se niega a callar, a quedar sumisa. Escribo en celo y así esa urgencia se multiplica, soy un cuerpo de mujer que se abre como un manantial de aguas cristalinas, que se desbordan en papel y corren fugitivas, son como estelas aguamarinas que bajan al jardín de los mortales.
De este modo soy mujer sujeto y no objeto, mujer deseante de su propio texto, es como la práctica de un cuerpo que se escribe y por lo tanto sobrevive en la letra... de ese modo la palabra será la herramienta, aprendo a construir, pueblo los espacios vacíos, libero el grito, necesito poner al descubierto todas esas sensaciones de los personajes que me habitan, que dialoguen entre ellos, que digan palabras cotidianas, con crudeza, con impudicia, con ternura, con malicia, con deseo, con fuerza, con sutileza, que ellas expresen todo lo que sienten, que digan lo que quieran decir.
Escribir desde la erótica, implica rescatar la afectividad y reivindicar la ternura, apostando por un ser humano integrado, en lo cual lo femenino y masculino no sean territorios excluyentes y privados. Lo mismo ocurre con el deseo, hablar del deseo, del placer y del goce, es romper los antiguos paradigmas. Es reafirmar la capacidad de amar que tenemos las mujeres y los hombres, de poder transmitir las cosas que sienten en sus entrañas, en su piel, en su alma, es construir desde la poesía y la narrativa un mundo más humano, más real y más seguro
No escribir para mi es castrante, carcelario, cruel, es un mundo absurdo, lleno de majaderías, de caretas e inhibiciones y de miedos. No escribir es como dejar que los viejos buitres coman mi carne. En cambio hacerlo, es donar mis órganos, mis caderas, mis muslos, que los lectores y lectoras imaginen y hagan lo que creen entender de mi obra. Cuando digo donar implica que ellos han agarrado el concepto , lo han internalizado y en algunos casos por qué no, lo han aplicado a su vida.

Como dice Sade



Como rayas negras se han escrito en la piel
los besos candentes de una noche oscura del alma.
Como fuego, como fango, como finas hebras
quedaron en mi las caricias,
pero eso solo es lo imaginario,
porque como dice Sade han quedado marcas
como un orgasmo perverso
que no deja huellas, no marca, no mancha
porque es fácil borrarlas
con las marcas de otros besos.