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lunes, 14 de septiembre de 2009

No significa nada

En resumen el amor no significa nada!
Porque el estar enamorada es una sensación esquiva que se escapa subrepticiamente
tiene alas y se va, perdiéndose, rompiendo corazones
y anhelando tener el objeto del deseo;
(el otro de quien estoy enamorado no aparece)
tiene miedo, se va.
Entonces el amor no significa nada.
Ayer por ejemplo, me coloqué la crema de jazmines al cuerp
me puse las medias oscuras, los tacones altos
la ropa divina para esperarlo, y nada;
De pronto sentí cuando la luz estaba apagada
su respiración su aliento besando el cuello lamiendo,
comiendo la miel, el fruto jugoso;
me estremecí toda
giré, di vueltas y gemí despacito
como en un susurro
para que te quedes quieto dentro mío
para no perderte, para no dejarte
para inmortalizarte
mientras yo alcanzaba el cielo
tú, acariciabas el seno de otra mujer;
por eso el amor
en resumen no significa nada!!

Cuando escribo
mis palabras migran hacia tus manos
acarician tu cuerpo
lo enardecen, lo enloquecen.
Yo me vuelvo loca al provocar esta vorágine;
por eso escribo,
porque sé que es un guante,
la medida exacta que calza en ti.
Trato de arrancarte de lo imaginario amoroso; pero lo imaginario arde alentado por las salamandras que con su fuego incendian todo; se inflama de nuevo; arde en mi la pasión; lo que había abandonado resurge; de aquella tumba mal cerrada resuena casi como un susurro un fuerte grito.
Mi deseo amoroso arde por todas partes; lo siento en las páginas, en el lenguaje,
en el texto; en mi cuerpo; en mi boca que se aloca, que te besa que te toca,
en mis manos que te recorren entero como queriendo asirse, aferrarse, estrechar una última vez, con locura, a alguien ya ido. Ya es tarde, ya te has ido, ya amanece.

El duelo


El acto verdadero del duelo no es sufrir por la pérdida de la persona amada, es comprobar un día, sobre la piel de la relación, esa menuda mancha, llegada allí como un síntoma de una muerte segura: por primera vez hago mal a quien amo; sin quererlo, es cierto, pero sin volverme loco. Roland Barthes.

Demonios

1.
Una fuerza precisa arrastra mi lenguaje hacia el mal que puedo hacerme yo misma: el motor que alimenta mi discurso amoroso es la libertad de poder jugar y decir lo que siento
lo que pienso, lo que evoco; el lenguaje actúa como una gigantesca bola de nieve, a veces
sin ningún pensamiento importante de la realidad.
Trato en lo posible por deshacerme de mis demonios, afanándome por suscitar en mí las imágenes de abandono, de dolor, de humillación que puedan herirme; y la herida sangra
la mantengo, la alimento con otras imágenes, hasta que brota en mí la saudade
y produce un efecto mayúsculo que es la inspiración.
Saltan los alados demonios, saltan a las teclas del ordenador, saltan a borbotones
y los tengo que detener un poco para que no atropellen, no denigren,
entonces los sublimo, los rechazo con el propio lenguaje,
porque son nada más que eso; demonios del lenguaje; qué otros demonios
podría tener un alma como la mía?.
Luego cuando se escriben, cuando saltan a las páginas en blanco,
van saciando, va saliendo el desasosiego; no ceso de agitarme en el pensamiento, el deseo, la ternura, la pasión, el embeleso, y antes de agitarme y odiarte,
más bien convierto esta fábula de la vida
en letras de sangre, pasión y suprema ternura.
Es un estremecimiento del demonio que ha muerto!

No puedo pues darte


No puedo pues darte lo que he creído escribir pra ti; a ello debo rendirme: la dedicatoria amorosa es imposible en este blog (no me contentaría con un encabezado mudnano, perezoso de dedicarte una obra que se nos escapa a los dos)