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jueves, 31 de julio de 2008

Como un orgasmo perverso


Diría que no me importas tanto
como para verte todo el tiempo,
que no necesito tus susurros
en las noches.

Ni esas cosas raras de verte al alba
con cara de sueño y ropajes de lana.
Diría sin embargo que amo tu voz
cuando embriaga el silencio,
pero también cuando sonás reflexivo
o triste,
cuando pensás en el país
tan hermoso, sombrío y perdido.

Diría que quiero eso de ti,
las cosas simples,
las complejas, las cotidianas.
La diferencia entre vos y esos hombres
es que pasaron sin dejar huella
como un
orgasmo perverso
que no deja huella, no marca, no mancha.

En cambio tu, pequeño
eres latitud, espacio, contenido.
Pero fíjate que apegando mis sentidos a ti
consideré prudente decirte esto:
amo tu cabeza porque piensa
tus desaires de gato engreído y escurridizo,
tu sintonía en mi cuerpo,
el aleteo de pájaros
volando cada vez que te toco,
tu voz y hasta tus descuidos caseros.


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