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jueves, 21 de agosto de 2008

A Isabella

No me importa tu voz ni tus desdenes
ni lo que abrigues en esa mirada astuta,
sólo quiero perderme, hundirme en la ciénaga
profunda de tus aguas.
Bella eres Isabella mía...como potranca
que se encabrita,
que relincha en la noche cuando es penetrada,
que rompe el silencio de la noche
Cabalgas altiva e imponente, junto a mil hombres
y persistes, siempre persistes.
La miel que escapa del higo jugoso de tu sexo
elixir es para mi cuerpo sediento de tus besos,
tus pezones negros cual uvas...se endurecen
al suave roce de mis manos.
Tus ojos no miran, sólo sueñan,
tu boca se entreabre y dices palabras indelebles...
tus dientes son como marfil...
ohh! potranca mía, astuta mía cual paloma,
con la fuerza del león y la dulzura de los pájaros,
soy el jinete que cabalgará en tus ancas
y juntos recorreremos los caminos del mundo...
embriagados de amor y de poesía.
La noche será nuestra aliada,
engendraremos locuras y pariremos alegrías,
aguantarás mi galope
mis espermas recorrerán tu vientre,
buscando tal vez algo imposible...
yo no sé!
Isabella mía, quién pudiera predecir tanta locura,
confundir mi aliento con el tuyo
y despertar cada día
con el roce de tu pelo...
te daré mi silencio de hombre en las mañanas
un alelí para que adornes tus cabellos
y alas de mariposa para que te lances a volar en el espacio.


Sacado del cuento Las Hijas de Dyango de Roxana Sélum

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