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martes, 27 de octubre de 2009

Era fuego era infierno

Anoche soñé contigo
elemental del fuego; mi salamandra.
¿Qué ofrenda le dabas a la naturaleza que devoraba todo
dejando a su paso destrucción y humo?
Después tus labios contenían la miel que libaste de alguna dama,
vaya uno a saber... ya no lo recuerdo bien.
Sólo mis senos colmando tu boca,
nunca sabré por qué tus labios tocaron los míos;
vaya uno a saber!
Creí por un momento que me dabas una mano
para caminar juntos
una cita, un pasaporte,
que se abría un lugar sobre la tierra de nadie
donde alcanzar tu poderoso infierno.
Loco de amor te acomodaste en mí.
Pensé por un segundo: nadie cupo tan perfecto en mí!.
Yo era la dama transgresora
tu el infierno que me quemaba toda;
pero vaya qué infierno pleno.
Vaya yo a saber a quien amabas
¿qué buscabas?
fui la medusa salvaje que gimió bajo tu azote y tu aliento.
Sabieno que es la hora del cambio recurrente,
y que al lograr el éxtasis
te abrirías llorando incluso de placer
para volver luego a tu imperioso reino de dedos,
piel, velos, sal, fuego y sangre,
al pulpo de tu piel que absorvía y me arrastraba
cual cadencia de arena en el viento.
Pero ya vez no era viento ni arena
era fuego, era infierno
del que gocé y me quemé.

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