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lunes, 11 de enero de 2010

4. Las ganas de matar

4.
Las ganas de matar: Es ese sentimiento que te da cuando el sol es muy fuerte y el calor muy seco. Cuando la luna ha influido de tal modo en tu carácter que simplemente tienes ganas de matar. ¿A quién? a quien sea, con tal de salir de ese instante terrible de esquizofrenia y temblor.

Hay obsenos limbos escondidos en la mente de alguien. Hay terribles sentimientos que aparecen de la nada- aunque deben aparecer del inconsciente- y simplemente las ganas de matar a alguien son muy fuertes. Diré más, esta etapa se dio muy pocas veces, pero fue una sensación de querer matar a alguien, por ejemplo a un político cínico, a un dirigente sindical, a un senador, a un diputado. Sacarle los ojos y dárselo a los perros callejeros. Es idea nefasta, pero nada despreciable, me sucedió al trasponer los 28 años.

Siempre atribuí la culpa de este sentimiento; al sol, al calor sofocante y seco de Cochabamba y al período pre menstrual. Pero es cierto que también, a las múltiples formas de hostigamiento y cansancio que te producen estos seres miserables que he nombrado0, tristes hombres públicos que a lo lejos los ves perderse en la nada, en la miseria.

Aunque ahora la cosa está peor, ya he trasmutado ese sentimiento y ahora no los quiero matar, simplemente me son indiferentes, los veo pasar como absurdos seres inútiles, destruyendo todo a su paso, como un vendaval, como un mal sueño, una sombra una ficción. Y entonces ya no quiero que mueran, sino quiero abismarme yo. Sucumbir y morir yo, ante tanta baja vibración.

Las ganas de matar son peligrosas, sobre todo si la persona se deja llevar por ese submundo oscuro. Pero, cómo cambia la vida y cómo deja una de preocuparse de cosas vanas y de sentir ese bajo astral. Cómo el amor puede cambiar, cohesionar cada átomo, cada partícula de tu ser, tus sentimientos y emociones, que la vida se vuelve fácil, liviana, llevadera. El amor me transformó en un ser adorable, un ángel caído, y ahora esos sentimientos horribles, forman parte de mi pasado. De mi túnel, negro y ancho.

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