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viernes, 16 de diciembre de 2011

Confesiones a quema ropa

Dios!
desde mi caja mágica veo hundirse nuestros sueños,
la ciudad perdida en un caos planetario,
pero dentro de todas las formas te hallé.
No existe más el miedo, las sombras y el túnel
ni el bajo astral que antes visité y me estremeció para siempre.
Es de noche y nada me impide trascender, cerrar los ojos
y unirme a tu gloria.
Pero una pared me inhibe,
no me permite trasponer el umbral que nos separa...
yo que no tengo miedo de bajar al abismo
y escuchar la siniestra furia de ondinas y salamandras,
agua y fuego juntos, la tierra sacudiéndose en un espasmódico orgasmo,
la tierra limpiándose de impurezas,
la tierra girando y subiendo hacia venus,
Gaia llorando y matando,
Gaia estremeciéndose y acomodándose a la polaridad femenina de los Andes.
Ven! haz que desgarre el velo,
quiero confesarte mis infamias,
contarte los oscuros sentimientos que un día nublaron mi vida,
del odio que anidó mi alma,
de la nefasta muerte astral de los hijos que no quise,
que ni siquiera engendré pero que siempre rechacé
También quiero contarte de las cosas buenas que hice,
por ejemplo que ya no mato a los sapos,
ni encierro a las hormigas, ni me como al sepe culón,
que mi karma está quedando en cero y no sé que más inventarme
para que mi vida sea interesante.
 Expié los pecados que se inventaron los infieles
para quitarnos el imaginario,
que amar como nadie fue la expiación y la cura,
que aún me queda la interminable boda de lujuria y vino,
que amé a los hombres equivocados
que me enseñaron del placer, el dolor, la risa, el llanto,
el fuego, la sangre y la derrota, la noche
pero en cada uno de ellos te hallé!
Dios no tardes tanto!

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