A eliseo
sentirlo dentro
mío como nadie,
oír sus palabras y decirle cuánto, cuánto
me gusta su cuerpo.
Cuánto cuánto lo
amaba...
Le hubiera
pedido que lo haga una y otra y otra vez. Lo había hecho
en
la untuosidad del líquido y el dolor. Y en
efecto, había sido para gozar hasta morir.
Me dijo que
quería marcarme, poner un sello sobre mi cuerpo, que quería que siempre lo
recuerde, incluso cuando hayan pasado los años y ya fuéramos mayores- grandes...
siempre lo decía mientras lo hacíamos, entonces yo no entendía esas palabras,
pero más tarde pasados los años lo supe.
Supe que pasados los matrimonios, los hijos- de él- no
míos- la revolución y el cambio, los libros, incluso cuando haya amado otro
rostro y otro cuerpo... yo recordaría su nombre... y aún recuerdo su nombre, su
rostro y su cuerpo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Un blog se alimenta de tus comentarios