Ahora escribo mariposas
que saltan en las teclas del ordenador
calculando que es la acequia
el charco en el camino asoleado.
Se engañan a si mismas
creyendo que es verano,
hace frío, igual ellas descienden
y lograron con sus aleteos
aquello que parecía impensable;
que les des calor, sol, azúcar, miel
y estos terrones de luna menguante.
Están aquí golpeando el pecho,
sitiándose en las letras,
deletreando la palabra amor.
sitiándose en las letras,
deletreando la palabra amor.
Ellas saben como yo
que las esperas,
que sus alas de colores
van cayendo en tus párpados.
Ah! pero casi lo olvido,
tengo para darte un jazmín y dos claveles,
dejaré que se asienten
que rocen la suave tersura de tus muslos,
el jardín de tu dorso al descubierto,
aleteo en tus labios,
las zonas de tu piel, la geografía,
o ese territorio azul casi dormido,
deja que aniden mis mariposas,
deja que toquen cual sueño tus cabellos
deshojando el placer en cada tramo.
que las esperas,
que sus alas de colores
van cayendo en tus párpados.
Ah! pero casi lo olvido,
tengo para darte un jazmín y dos claveles,
dejaré que se asienten
que rocen la suave tersura de tus muslos,
el jardín de tu dorso al descubierto,
aleteo en tus labios,
las zonas de tu piel, la geografía,
o ese territorio azul casi dormido,
deja que aniden mis mariposas,
deja que toquen cual sueño tus cabellos
deshojando el placer en cada tramo.
Sin equipaje, sin recodos, sin traumas,
simplemente acariciando el corazón
con su fino aleteo, sin espanto.
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