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miércoles, 17 de marzo de 2010

El túnel

Retomamos con las crónicas, reflexiones y especulaciones de esta su humilde servidora

1. El túnel
Hace años, cuando tenía 28 creí llegar al submundo de lo indecible,
pasé el oscuro y temido túnel, después me esperaban como en un tribunal kármico
varias personas que me decían que mi infierno y el dolor que desgarraba mi cuerpo pronto pasarían, pero no pasaban, habrán sido pocos segundos, minutos... no lo sé, sólo se que fueron interminables, infernales, nefastos y duros de creer.
Es imagen y ese dolor, me heló la sangre y el cuerpo por algunos minutos, y desde entonces le temí a la muerte, más que a mis propios fantasmas.
Alguna plegaria, algun grito desesperado que emití hizo que aquel tribunal de sentencia me diera otra oportunidad para volver, entonces volví a esta vida que ahora disfruto. Porque irme en ese estado de consciencia, y en esas circunstancias no hubiera sido tan bueno para mi, que vengo purgando ya bastante.
A partir de entonces, la vida actual, tenía que ser cambiada, los malos patrones, las malas costumbres, las malas pasiones, todo tenía que ser expiado, transmutado y los transmuté a fuerza de pagar una a una las propias injusticias que yo misma creé.
Qué manera de costarme esto de la expiación! válgame! si hasta ahora he pagado una a una las deudas que contraje.
Las que nunca pude saldar fueron estas, el crear las frases necesarias para hacer explotar el mundo con mis versos. Debo confesar que muchas veces me vi tentada a dejar de escribir,
pero después pensé que era totalmente ilógico que hubiera decidido venir a esta vida para escribir, y sin embargo abandonar la travesía. Escojí un camino duro sin embargo, porque todas las cosas que se dieron en mi vida, mi entorno, mi contexto; hicieron el clima necesario y suficiente para hacerme hoy una escritora loca, apasionada, mentirosa a veces, cruel otras, y siempre, siempre erótica. Se imaginan! qué inutil camino recorrido para después abandonarlo. No era posible, que después de aquellos momentos de amor absoluto que viví, aquellos sufrimientos que pasé, hubieran sido innecesarios si yo los guardara en mi alma, como se guarda un trapo viejo. No era justo, así que dejé tales ideas, decidí escribir y a lo mejor en otra vida, pueda yo ser un alma menos rebelde, menos egoica y más tranquila.
Fue una época distinta, un transitar por caminos de miedo y horror, ahora a la distancia, veo aquello como una revelación, como un síntoma seguro de que has venido a pagar y a sanar, que no existe un infierno ardiente, sino es aquí en esta vida donde venimos a purgar las anteriores malas calificaciones de la energía que nos dieron.
Y es difícil vivir en la dualidad, muy difícil, por ejemplo tener una vida tan espiritual y a la par tener estos deseos del cuerpo del otro, no es fácil.
Tampoco es fácil perdonar a tu enemigo, no es fácil dejar partir lo que has amado, así como si nada, no no es fácil.
Yo por ejemplo sabía odiar con tanto ímpetu como amo, como río, como escribo, y mi odio tenía el mismo grado de vibración que lo que pudo tener mi amor. Yo odié muchas veces, hasta el extremo de deshacer una ciudad con aquella efluvia que salía de mis pensamientos. No puedo decir que soy una odiadora por excelencia, no se piense así, pero claro que odié y fue a los hombres que amé.
Porque odiar, es igual de fuerte, de profundo, de sentido que el amor. Porque odiar es fácil cuando alguien te hizo daño, te hizo sentir verguenza, te abandonó porque no encajabas, porque no eras la mujer que no piensa, no cuestiona, no opina, no dice.
En fin, odiar no cuesta nada...
continuará...

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