Extrañamente, mi vida, mi vida común, mi vida oscura:
mi vida que se desplega por el mundo; la que vivo a diario, con la que duermo y me levanto;
esta vida con la que sueño y que batallo, no tiene nada que ver con la vida que sale a trabajar de lunes a viernes.
Pues la otra vida sólo se da en la realidad a solas, y no todos la perciben, la conocen y la palpan.
Descubrirla significa amarla y ya nunca tener que abandonarla.
Por ejemplo, nadie sabe de ese relámpago providencial que me sacude, y que me sueña y me besa; me decanta, me enamora y en el instante preciso me señala un camino a seguir:
el del amor, para habitarlo, y tal espacio es tu cuerpo.
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