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viernes, 7 de mayo de 2010

5. Seguimos, con el camino al goce

5. Seguimos con el camino al goce

Ese goce que uno cree que es el que mejor fue
el que mejor cabía dentro del pecho y el alma,
es apenas un goce tímido, llevado más por los instintos que por la pasión
madura de estos últimos años.
Ese goce inocente y a la vez lleno de misterio
que exploras al trasponer los primeros años de tu juventud;
cuando tienes la piel tersa y el cuerpo pequeño...
Si todavía lo recuerdo...
Fue algo desaforado y fortuito,
ambos lo buscamos porque nos atraíamos desde antes de la fundación del tiempo, sólo que fui cobarde
no quería repetir la historia, no. Ya hubo una catástrofe familiar por algo similar y no pude traspasar ese límite.
Volvimos en avión, en el último asiento,
tan pronto como pudo me partió los labios con un beso,
los tocaba con los dedos, miraba mis ojos los besaba,
nuevamente coloqué mi cuerpo hacia él, al principio todo era muy lento, temiendo que la azafata nos viera,
cerré los ojos ante ese goce infinito soportable,
la mano subía y bajaba suave, lento, supremamente lento,
se calmaba, luego arremetía con todo,
fueron varios minutos de alargar esa sensación lo más que se pudo, hasta que después algo sacudió mi cuerpo y una cálida oleada de ternura apretó su mano palpitando fuerte,
desbocadamente, finalmente la sacó
aún estaba tibia por el goce,
después besó mis ojos en un arranque de ternura.
El ruido del avión, las luces que se prenden, los pasajeros
que presurosos quieren bajar. Cochabamba nuevamente
en mis pupilas.
Después no lo volví a ver.
Simplemente lo dejé partir. No quise irme con él.

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